Tema de
la Asamblea
"PARA
LA SANACIÓN DEL MUNDO"
El Comité Ejecutivo de la
FLM escogió el tema sobre la base de las propuestas sugeridas por
las iglesias miembro en el curso del año 2000, e inspirándose,
entre otros textos bíblicos, en la visión apocalíptica contenida
en Apocalipsis 22:2 del río y del árbol de la vida: " …y
las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones".
Diferenciándose de la
gran mayoría de los temas de las Asambleas precedentes, éste está
orientado explícitamente hacia el mundo y los diferentes
entornos en que vivimos. La verdad profesada por la fe, debe cobrar
vida, ser entendida, confesarse y vivirse en formas que genuinamente
se dirijan y respondan a las necesidades del mundo. Según el teólogo
canadiense Douglas John Hall, la confesión se realiza cuando
miramos hacia el mundo a través de la fe cristiana y "nos
vemos impulsados a tomar parte activamente en contra de todo lo que
amenaza la vida en nuestro mundo".
No podemos ignorar un
mundo abrumado por la pobreza, por divisiones, la desesperación, el
mal, la violencia, la injusticia - tantas situaciones que
desesperadamente requieren sanación. El VIH/SIDA y otras
enfermedades despojan a numerosas personas y a comunidades enteras
de toda esperanza y vida. Aquéllos cada vez más marginados por el
poder de la globalización económica, se ven destrozados y
anodadados mientras que otros llegan a cumbres vertiginosas de
opulencia. Rivalidades antiguas y nuevas estallan destruyendo toda
ilusión de que las viejas heridas se habían cerrado. Las
manifestaciones del pecado y de sus efectos cobran cada vez nuevas
formas.
Pero cuando nos reunimos
como comunión, nuestro objeto primordial no será de lamentarnos
sobre el estado actual del mundo. Lo que nos reúne es nuestra
convicción y proclamación que nuestro Dios que se nos reveló en
Jesucristo por el poder del Espíritu Santo, es `para la
sanación del mundo'. Éste es el testimonio inequívoco que traemos
como cristianos y cristianas a la preocupación ampliamente
compartida por la sanación. Vamos a explorar las implicaciones que
aquello tiene en nuestra vida, en nuestras congregaciones, en
nuestra sociedad y, particularmente, para nosotros como
comunión de iglesias luteranas.
La sanación es un tema
dominante en las Escrituras y, especialmente, en el ministerio de
Jesucristo. En la Asamblea, varios de los estudios bíblicos se
basarán en el Evangelio de San Lucas, en el que se describe cómo
Jesucristo, gracias al poder del Espíritu Santo, es concebido,
bautizado y enviado a su ministerio. En este Evangelio aparece como
un profeta colmado por el Espíritu, que sana a la gente de
enfermedades asociadas con espíritus impuros. Jesús sana al
restituir a las personas su integridad.
Aunque en la tradición
cristiana `sanación' se relaciona estrechamente con la salvación,
el perdón, la reconciliación y la liberación, el tópico incomoda
a numerosas personas en nuestras iglesias, por lo que se deberán
tener en cuenta las perspectivas transculturales de la sanación. La
salud se define por lo que vale dentro de determinado sistema
cultural e incluye más que la mera salud física. No se enfoca en
la enfermedad misma o en la sanación, sino en la manera en que se
transforma la comprensión personal y social de lo que es la
experiencia de la enfermedad, de la lesión o de la discapacidad. El
ser sanado o sanada es más que una experiencia personal, porque
implica relaciones más amplias de orden social, económico y político.
La sanación da un nuevo
orden al poder social, y por eso mismo amenaza a menudo el orden
establecido. Para acercarse a otros o para permitir que otros se le
acerquen para tocarle, Jesús pasó a través de barreras creadas
por tabúes o impurezas. Expulsó a demonios que se habían
apoderado de individuos para quitarles toda voluntad de actuar. Se
le describe como un sanador popular, como uno que tomaba en su
sentido literal las necesidades de la gente de sanarse. Penetró en
la vida y en las experiencias individuales de sufrimiento para traer
una liberación concreta.
Este tema sugiere que
debemos prestar mayor atención al papel del Espíritu, a la
comprensión triuna de lo que es Dios y sobre cómo Dios se
relaciona con el mundo. Mediante el Espíritu de Dios participamos
en el pathos divino, presente en la historia de la humanidad y de
toda la creación. Entramos en comunión con el Cristo crucificado y
resucitado, en quien el Espíritu de Dios se hizo visible y
tangible. Mediante este mismo Espíritu entramos en una comunión más
profunda unos con otros. Para el Reformador Martín Lutero esto se
arraiga particularmente en el Sacramento de la Santa Cena que
celebraremos diariamente durante la Asamblea.
`Recibir al Espíritu
Santo' es ver lo que Dios está haciendo en y a través de nuestra
vida fragmentada y de nuestro mundo para traer sanación y nueva
vida a los seres humanos y al resto de la creación. El Espíritu
nos capacita a actuar de manera diferente los unos con otros, para
vencer la polaridad y hostilidad que pueden llevar a la violencia, y
llegar a una comunidad de solidaridad, responsabilidad y amor; para
aceptar la finitud y vulnerabilidad en vez de tratar de superarlas.
El amor se extiende y atrae a otros, creando diversas redes
relacionales, tales como seguramente las experimentaremos durante la
Asamblea.
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